viernes, 4 de mayo de 2012

Distintas técnicas, distintos periodos, distintos pianos




Cada tecla de estos pianos tiene una nota diferente. Y cada nota diferente, despierta una emoción diferente. 

La premiadísima pianista china Jin Ju fue la protagonista de este concierto organizado por la Academia Internacional de Ímola, Italia.

Un concierto celebrado en el Vaticano en honor de Benedicto XVI al que también acudieron los participantes en el Sínodo de obispos de África. 

Es la segunda vez que el Papa acude a un concierto con músicos chinos. El año pasado la Orquesta Filarmónica China dio un concierto en el Vaticano. Un evento considerado decisivo dadas las tensas relaciones entre Pekín y la Santa Sede. 

En esta ocasión Jin Ju interpretó obras de Mozart, Beethoven y Bach.


Fue un concierto muy especial porque mostró la evolución del piano a través de siete pianos diferentes construidos entre el siglo XVIII e inicios del XX. Son piezas pertenecientes a la colección de pianos de la Academia de Ímola. 
Una colección que incluye este fortepiano.

El fortepiano es una de las primeras versiones del piano. Fue diseñado por un artesano de Florencia a principios del siglo XVIII. Un instrumento que produce notas musicales más suaves que las del piano actual.

Al final del concierto, el Papa reflexionó sobre el poder de la música, y la comparó con la oración. Dijo que la música despierta profundas emociones , y que por eso abre el corazón y la mente a Dios. 

Una emoción que también Jin Ju consiguió despertar con este espectacular concierto. 

Gabriela Montero

Improvisaciones al piano de obras  de renombre



Valentina Lisitsa: la pianista voladora

Videos de Valentina lisitsa




Links de utilidad

Completísima colección de partituras de piano. - Taring

 HagaseLaMusica.com

cuaderno de musica con ficha

Su técnica y Fluidez lo hacen uno de los intérpretes mas grandes de todos los tiempos


Josef Hofmann

Ayer observaba algunas interpretaciones colosales de este pianista, quien posee una técnica fantástica-
Espero que disfruten algunas de sus interpretaciones que vienen al final del post.

  Josef Hofmann fue un pianista colosal, de una envergadura interpretativa de primerísimo nivel. Pese a tener manos relativamente pequeñas no tuvo jamás escollos técnicos para ejecutar las obras pianísticas de mayor exigencia. Todos aquellos que poseemos algunas de sus grabaciones podemos constatarlo sin lugar a dudas. Este pianista polaco - americano fue uno de los primeros que tuvo a la nota escrita como referencia fundamental e inalterable para sus interpretaciones. Este gran pianista nació en Krakau, cerca de Varsovia en el año 1876 pero se naturalizó norteamericano en 1926. Empezó a estudiar música con su propio padre apenas a la edad de los tres años.
 A los nueve tocó el Concierto Nº 1 para Piano y Orquesta de Beethoven dirigida por Hans von Bülow. Ya a los 11 efectuó una gira por Europa y enseguida se traslada a Nueva York debutando en el Metropolitan Opera House. El público norteamericano prácticamente se enloqueció con él. En realidad esto se constituyó en una verdadera explotación de este pequeño pianista por parte de su padre. En el lapso de 10 semanas dio 52 conciertos. Esto alarmó a críticos y al público en general. Un mecenas llamado Alfred Corning Clark donó una beca de 50 mil dólares para que el pequeño Joseph se dedicara a estudiar. Debido a esta acción generosa es que Hofmann hizo su retiro de los escenarios para concentrarse en los estudios pianísticos, más precisamente en Alemania. Luego de ello y gracias a la intervención de Moritz (Maurycy) Moszkowski, se pone bajo las manos de Antón Rubinstein. La influencia del gran artista ruso fue de suma importancia para Hofmann, el cual recién reapareció ante el público a la muerte de su maestro acaecida en 1894.  Trabajó además como docente en “La Curtis Institute” de Filadelfia desde 1926 hasta 1938. Su último concierto lo dio el 19 de enero de 1946 en la ciudad de Nueva York.


Josef Hofmann fue un pianista colosal, de una envergadura interpretativa de primerísimo nivel. Pese a tener manos relativamente pequeñas no tuvo jamás escollos técnicos para ejecutar las obras pianísticas de mayor exigencia. Todos aquellos que poseemos algunas de sus grabaciones podemos constatarlo sin lugar a dudas.



Este pianista polaco - americano fue uno de los primeros que tuvo a la nota escrita como referencia fundamental e inalterable para sus interpretaciones. El respeto por cada indicación en la partitura llegaba al máximo. En realidad, este enfoque textual partía de su maestro Antón Rubinstein, el cual, en este aspecto, siempre fue muy exigente con sus pocos discípulos. Lo paradójico era que el “León” ruso se tomaba a veces bastantes libertades en cuanto al respeto textual de lo escrito en el pentagrama. El mismo Hofmann le observó esto a su maestro, el cual le respondió “...el día que tu seas tan viejo como yo, podrás hacer lo mismo..... ¡Si puedes!”. 



La primera grabación discográfica la hizo en 1904, en la ciudad de Berlín. Más adelante efectuó registros esporádicos para la “American Columbia Company”. Hofmann tuvo también otra característica a tomar en cuenta; desarrollaba la interpretación de las distintas obras con verdadera sensatez. Con ello queremos significar lo que expresó en cierta ocasión con relación a como se tocaba hasta mediados del siglo XIX: “.... el arte de tocar el piano era el arte del velocímetro musical (…) el arte de tocar el mayor número de notas en el menor tiempo posible...”  Para Hofmann la velocidad, la “acrobacia” o si se quiere expresar mejor, la técnica, debía estar al servicio de la belleza y no divorciada de la misma. En otras palabras: la técnica consistía en una herramienta que el pianista debía saber utilizar en servicio de la idea interpretativa, era solo un recurso, nunca un fin en si mismo. No por ello debemos de pensar que este polaco carecía de técnica, la tenía en sumo grado, en abundancia, y quizás haya estado a nivel del mismo Leopoldo Godowski. 









Una de las observaciones más interesantes de Hofmann era que durante un concierto, el cual dura aproximadamente unos 80 minutos, el pianista ejecuta más o menos unos 100 mil movimientos (¡!) los cuales deben afluir a través de los dedos del ejecutante no solamente en forma automática  – es decir, sin pensar en cada movimiento que se está haciendo  ― sino también de manera fluida y musical. Pero Hofmann antes que nadad era músico, que sabía volcar excelentes planos sonoros, de pureza romántica y una elegancia comparable a la de Benno Moiseivitch. Además de pianista, Hofmann también compuso gran cantidad de obras, aunque bajo el pseudónimo de Michel Dvorski. Su amigo Serguei Rachmaninov le dedicó el Concierto Nº 3 para Piano y orquesta.  Escribió en 1915 un libro titulado: “Piano Playing with Piano Questions”.



Falleció en la ciudad de Los Ángeles en 1957 a los 81 años de edad. 


Jorge de Hegedüs

viernes, 27 de abril de 2012

Técnicas pianísticas del inmortal Vladimir Horowitz




Dijo Vladimir Horowitz:

La ambición del estudiante debe basarse en que los mecanismos de ejecución del piano sean comparativamente una cuestión bastante simple, para lo cual tal vez pueda emplear toda su energía en la interpretación artística de la composición. Esta última fase en la ejecución del piano es la más vital en la maestría de dicho arte. Leer una composición de manera inteligente; puntuarla y frasearla apropiadamente; darle su debida elocuencia; introducir los matices adecuados; ejercitar con maestría los pasajes mas dinámicos; darle su diseño y forma intencional; transmitir a la audiencia los pensamientos y emociones que el compositor tenía en mente—esta es la verdadera parte difícil en la ejecución del piano.









Tan importante como dichas fases es, sin embargo, el hecho de que las propias interpretaciones estarán lejos de lo satisfactorio, si los problemas puramente técnicos no se encuentran bajo nuestro completo control. Tomemos, por ejemplo, el hecho de ejecutar pasajes de acordes, los cuales contienen melodías o notas acentuadas fuera del mismo acorde. La línea de la melodía debe ser mantenida y remarcada para que destaque siempre por sobre el fondo musical de acompañamiento de la pieza.




A primera vista, parece extremadamente difícil producir un sonido de acorde de tres o incluso cinco notas con los cinco dedos de una mano, de modo tal que uno o incluso dos notas se escuchen por encima de las otras y actúen como melodía, mientras que las otras notas actúen como un acompañamiento a dicha melodía. Si uno fuera a hacer esto de tal manera que nos habituáramos a ello, la dificultad desaparecería en el aire. 


Hay dos métodos correctos, si bien diametralmente opuestos, de abordar el dominio de esta necesaria técnica para perfeccionarse en el arte del piano. Para evitar confusiones, sólo un método será explicado. La experiencia ha mostrado, sin embargo, que cuando uno se ha convertido en un maestro de esta técnica para uno de los métodos, también dominará automáticamente el otro método, incluso sin práctica alguna.
Para acentuar una nota melódica sin un acorde u octava haga lo siguiente: levante el brazo con el menor esfuerzo muscular posible, hasta que los dedos se encuentren entre 7 a 10 centímetros por encima de la tecla. Durante los movimientos ascendentes y descendentes del brazo, prepare los dedos ubicándolos en posición para presionar el grupo de notas siguientes y sosteniendo el dedo que tocará la nota melódica apenas más cerca de la tecla y mucho más firme que los otros dedos que tocarán las notas restantes del acorde. Durante el primer intento de este ejercicio puede notarse una sensación de falta de movilidad muscular y de tensión. Tal condición está siempre presente en la etapa temprana de dominación de este problema y no debe desanimarlos. Continúe practicando hasta remover esta sensación, dejando la mano relajada pero a la vez ejerciendo una firme acción muscular. El desarrollo continuo también removerá la necesidad de levantar la mano demasiado alta por encima de las teclas.
Sin dejar de mantener firmes y flexibles las articulaciones de las muñecas y los nudillos, libere toda la tensión de los músculos de la espalda, permitiendo, que de este modo, el abrazo caiga con todo su peso sobre las teclas predeterminadas—los puntos de contacto son las yemas de los dedos.


El dedo que es sostenido apenas más abajo y que se encuentra mucho más firme golpea naturalmente la tecla mucho más firmemente que los dedos más relajados, los cuales no ofrecen resistencia a las teclas tan fácilmente como lo hace el dedo más firmemente sostenido. El tono producido por la tecla presionada por el dedo de la nota melódica es mucho más fuerte que los otros. Así, se ve claramente que al tocar un acorde, en el cual se acentúa una única nota, el efecto puede ser producido al sostener el dedo, con el cual se tocará la nota melódica, un poco más abajo y mucho más firmemente que los dedos que tocarán las notas sin acento.
La razón por la cual se debe sostener el dedo un poco más por debajo es sólo un efecto psicológico; en la práctica verdadera, no es del todo necesario. La experiencia muestra que al comienzo es casi imposible conseguir que un estudiante sostenga un dedo más firmemente que otros a menos que se le permita sostenerlo en alguna posición diferente en relación a los otros. Sosteniendo un poco más abajo no modifica la calidad o cantidad del sonido producido y no afecta la ejecución en ningún modo, pero da a la mente del estudiante una mayor tranquilidad.
Existe otro punto de vital importancia para dominar este problema. Al comienzo, la super firmeza con la cual será sostenido el dedo más cercano a las teclas, producirá un tono duro. La dureza del tono desaparecerá con el progreso en este arte y con una mayor libertad de movimiento al presionar las teclas, dejando como resultado final un tono hermoso, sonoro y aterciopelado.
Puede ver al maestro aplicando la técnica en este video donde interpreta a Franz Litsz: